Ausente y en silencio

Estuve ausente y me hicieron falta. Hay momentos en que es importante apagar la radio, apagar el teléfono, apagar la computadora, mirar la naturaleza, jugar con el barro, limpiar, meditar, orar. Ayer, comprando frutas y verduras envidiaba a las personas de otros lugares del mundo que disfrutan de productos organicos, ya nada de lo que comemos es saludable, todo contiene insecticidas, hormonas, venenos que nos van enfermando y eliminando silenciosamente pero con unos efectos secundarios tremendos. Por fin se fue el calor por unos dias, hoy viernes 21 de Noviembre, siento la necesidad de ponerme mi poncho, de abrigarme mientras salgo a mi patio a mirar los techos brillando bajo la lluvia, las nubes bajas, cargadas. No quiero salir a la calle, me duele ver en cada esquina a personas con letreros que dicen "no tengo techo ni trabajo" y hasta en la Iglesia pasan la canasta de limosna dos veces. Y sigo buscando simplificar mi vida, mi casa, acostumbrarme a vivir en austeridad, es que si empiezo a analizar cada objeto que he comprado o acumulado en toda mi vida me doy cuenta que no necesito el 80% de "las cosas" con las que he querido llenar mi mundo exterior y que acumulan polvo. La simpleza tiene una belleza limpia y secreta al mismo tiempo. ¿Cuántas lineas podré escribir hoy y cuántas personas podrán leerlas? Para quien escribo... Cuando veo la cantidad de información que circula, no entiendo cómo hacemos para seguir viviendo en medio de ese marasmo que nos llega desde fuera, una guerra aquí, la crisis mundial, el hambre, el desempleo, la violencia, la indiferencia, la enfermedad. ¿Cómo circular, sobrevivir, existir en medio de todo eso? Veo que mientras más cosas hay, más cuesta pensar, concentrarse en las sensaciones. Por eso, escribir es como un recorrido interior, porque ese interior está lleno de gritos, de voces, de rostros que nos llegan sin cesar, es cada vez más complicado, más delicado, es una delicada flor en medio de una terrible tempestad. Quiero escribir con serenidad, para hacerlo tengo que tener las cosas un poco en orden, o más que eso, en armonía. No se puede escribir si estamos acosadas por miles de preguntas y con el miedo acechándonos, pero, ¿miedo de qué se preguntarán? Miedo de la indiferencia, de no poder hablar con gente, de no seguir su movimiento, miedo de apartarse de la vida. Lo más importante es mantenerse en contacto con los demás, cueste lo que cueste, incluso cuando el encuentro es frustrante, falta de diálogo, monotonía. Tengo dolor de cabeza, tengo dolor en el alma, preocupaciones inmensas, faltan cinco semanas para Navidad y no tengo los medios para dar de comer a cientos de personas que esperan esas fechas para que personas generosas les lleven chocolate caliente y panetones. Tienen tan poco y sin embargo nos pueden dar lecciones de humildad. Sucede que tengo pocas ganas de analizar la realidad hoy, no soporto las excusas de que todos tenemos problemas y no podemos ayudar a los que verdaderamente necesitan ayuda porque no nos alcanza, no nos ajusta el presupuesto, en mi camino de servicio he conocido seres desprendidos y generosos pero han sido muy pocos. Hoy no quiero llorar, la carga del dolor del mundo es demasiado pesada, demasiado alienada quizás, y no sé por dónde empezar a desmontarla. Y pronto en esta parte del mundo, llega el viernes negro, no voy a ceder a la tentación de las compras, no necesito nada material. Nos hemos convertido en una sociedad donde eres flanco de cientos de mensajes que te incitan a consumir, no es fácil renunciar porque esa renuncia es también apartarse del grupo humano, firmar su exclusión, y de vez en cuando, uno quiere sentirse cerca de los demás. Como siempre me fui por las ramas. Estoy tomando un batido de zanahorias, manzanas, papaya y apio con una gotita de miel, quiero limpiar mi sistema. Yo creo que el mejor clima es el que nos hace olvidar el cuerpo aunque el frío pueda tener su encanto, refugiarse en un café y contemplar la lluvia, dibujando una sonrisa de agradecimiento en tu rostro porque seguimos con vida y eso significa que no hemos cumplido con lo requerido por nuestro Padre Celestial. Todo pasa por algo. Vive, ama, se agradecido. Un abrazo muy grande y muy fuerte.

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