Bienvenido Abril


Bienvenido Abril.  El mes que cumplen aniversarios de vida personas muy importantes en mi vida. Parece mentira que mi hijo menor sea ya un hombre de cuarenta y una primaveras, y mi hermano Maurice va a completar los sesenta...  Hoy amanece soleado, hoy empieza Abril y no quiero sino agradecer por tantos momentos buenos de mi vida. Quiero recordar a tantas personas amadas, que ya no puedo ver ni visitar porque se me adelantaron.  Personas que me hacen tanta falta.  No me voy a acostumbrar nunca a vivir sin ellas.  Todas siguen latentes en el huerto de mi alma, en los caminos de mi mente. 

Siento las huellas profundas de sus existencias, de lo que dejaron al partir del mundo terrenal. Porque hay personas que dejan huellas que no se borran. Personas que supieron abrir y alumbrar nuestros caminos. Personas que sin ser jardineros supieron regarnos las flores del alma con el agua fresca de sus palabras, con el manantial de sus consejos y el amor incondicional que supieron entregar generosamente, saciando nuestras carencias de amor y afectos.  Yo tuve mucha suerte, mejor dicho muchas bendiciones, tuve la mejor abuela paterna del mundo, fue ella mi maestra, mis risas infantiles, mi primer amor, ella sigue regando mis jardines imaginarios con sólo mirarlos desde el Cielo, me sigue regalando su amor, su perseverancia, su fe, su tolerancia y generosidad. Cuando la recuerdo me llega con su inmenso amor, su alegría hasta en los peores momentos, su sonrisa sincera, muchas veces siento que me limpia el llanto de mi rostro cansado y me renueva, me cura las heridas con sus manitas arrugadas por el tiempo, me besa los ojos cerrados, me besa la frente, me deja su aroma a colonia de limones con naranjas, su recuerdo me estremece, me llena todos los huecos de las ausencias amadas, me inspira a vivir y disfrutar de los momentos simples de mi vida, La imagino cargando a todos sus hijitos, chiquita de estatura, valiente como una gigante, ajena a las heridas de una vida dura llena de tiempos inclementes, una guerrera de la paz y la justicia, nunca la vi molesta, nunca la vi inactiva, su gran ejemplo fue el mejor mapa de mi vida.

Un 11 de Diciembre de 1966 la parca como ella le decia a la muerte vino a robarme a mi abuela, ella se fue de viaje al cielo en primera clase con el Angel Guardian de su hijo menor que era el Piloto de la nave invisible que se lleva a las almas al Paraiso. Era de madrugada y las nubes no me permitian ver que fue una noche de verano, la noche triste de su partida.  Por esas cosas de la vida fue un 11 de Diciembre del 2010 la ultima noche que vi con vida a mi madre, antes de marcharme para Lima para llevar abrigo y comida para los pobres, para seguir la obra de mi abuela.  Ahora comprendo que mi abuelita la esperaba en el Cielo.

Entonces al quedarme solita sin abuela y muchas primaveras despues sin mi madre y muchas tias y amigas amadas que se me adelantaron, quedaba mi viejita linda, la de la calle Las Acacias en Miraflores, cerquita de la Iglesia de la Virgen de Fatima. Se llamó Aurelia Fernandez Garcia y ha escrito el mejor libro en las vidas de quienes la amamos y conocimos.   Digo nuestras, porque mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis primos y yo, disfrutamos de su manera especial y exquisita siempre de expresar el afecto, de su clase, suavidad, elegancia, sus reglas de cortesía y conducta, de su voz suave y sus transparentes sentimientos de segunda madre.

Tía “Aurea”, como cariñosamente la llamamos, completando sus 94 años de vida se fue de viaje al Cielo en el verano del 2012,  no pude viajar para despedirme de ella y la tristeza de no haberle dado mi abrazo de despedida me dejaba estacionada y paralizada por muchas noches de llanto incontrolable, era una viejtita linda, ya su cabecita no funcionaba por el Alzheimer, sin embargo podia rezar el Rosario y recordar que su fecha de nacimiento era el 14 de Febrero, nunca se puso el vestido blanco de novia, nunca tuvo hijos, siempre estuvo cerca de sus dos hermanas, muy unidas.  Ninguna de las tres tuvo hijos, nosotros sus sobrinos lo fuimos emocionalmente porque eran las tres divinas.  En realidad debo decir que las tres fueron mis Hadas Madrinas, las mujeres ejemplares de mi juventud y primeros tiempos de adulta.  Ellas, las tres, con unas vidas libres, emancipadas de todo lo oscuro y malvado.  Todos los domingos en la Iglesia, a la misma hora.  Siempre visitadas por tantas personas que llenaban la preciosa sala de risas y alborotos, guitarras y conversaciones cultas y profundas. Llenas del amor a Dios, puedo asegurar que para todos sus sobrinos eras nuestras queridas tias "Gatas" que nos enseñaron con sus vidas ejemplares el buen vivir, el buen comer, el buen disfrutar, el bien trabajar, porque eran tres grandes mujeres hormigas productivas y adelantadas a su tiempo.

Recuerdo muchas reuniones en casa de la Gata mayor, Antonieta, tardes de tertulia, tardes de deliciosas cenas, mesas elegantes, platos de fina porcelana, manteles bordados en Bruselas, cuadros pintados por los famosos amigos pintores, artistas, personas importantes, poetas, pianistas, cantantes, noches inolvidables de arte y cultura, noches que no se han vuelto a repetir en mi vida. Los pasados años, los tiempos felices de los sesenta y setenta... casada a los 18, divorciada a los 24 con mis dos hijitos, en 1978 me fui de Lima pero nunca rompi mi promesa de siempre escribirles y de regresar a verlas...

Muchas veces al despertar quiero manejar mi carro a la calle Las Acacias en Miraflores y me doy cuenta que no vivo en Lima, que mucha de mi gente querida ya no es parte de mi realidad, de mi presente, que no vivo en Miraflores desde 1978, y me duele.  Me hacen falta, tanta falta.    Hoy quiero dar las gracias por todos esos momentos compartidos. Por todo el amor y la ternura, por el arroz con leche, por el asado, por los camotillos y los dulces de higos, por las flores, por sus tejidos y mi ropita planchada y almidonada, por todos los cuidados y los consejos, por los abrazos y las carcajadas.

Hoy tengo otras personas en mi vida. Amigas que me visitan cuando viajan a Miami, amigas que recuerdan nuestras horas compartidas antes de ser esposas, madres, abuelas.   Quisiera se quedaran a mi lado pero tienen que regresar a sus hogares, a seguir con sus vidas, con sus misiones.  El Internet hace possible nuestros encuentros, sin medir distancias.

Fue mi abuelita Carmen Rosa, mi heroina, mi santa, la mujer completa de todas las virtudes, tan ordenada, tan justa, pero sobre todo tan bondadosa con los pobres, con los ancianos, con las viudas, la que desde Agosto llenaba un dormitorio de juguetes para todos sus nietos y biznietos y muchos otros que no eran familia, gracias a ella muchos pobres tuvieron siempre juguetes en las Navidades, y familias comieron y cubrieron  sus cuerpitos desabrigados, gracias a ella tengo una cantidad de estampitas de mis amiguitas y primas de su Primera Comunión que son mi Tesoro, su herencia, junto con sus poemas.  Y un cuadro magistral en la sala, de rosas amarillas y melocotones.

Mi Gatita contrajo matrimonio con su primo hermano Pablo el mes de mi nacimiento en Enero de 1954. Nunca tuvieron hijos,  (ella, ya anciana, me contaria que tuvo una perdida una noche de copas, le gustaba tomarse un whiskey antes de dormir). Nosotros, sus sobrinos, fuimos sus hijos.  Me hizo sentir como una hija siempre, y la quise tanto como a mi madre.   Fue una gran maestra, como mi abuela.

Sus sobrinos fuimos esos bebitos que nunca pudieron tener.  Maurice, mi hermano el ahijado de Pablo el actor de la familia. En las dos casitas unidas de las "Gatas" moraba la alegría de cada tarde, el buen gusto, la buena mesa, los modales de la gente con clase.  Los domingos en las escaleras desfilaban todos los zapatos que mi Pablito lustraba, en la cocina la canasta de paja llena de verduras frescas que caminando hasta la plaza de Surquillo el artista reconocido compraba a las caseritas que tanto lo admiraban.  Me parece escuchar su voz melodiosa, cada palabra, me parece reconocer el aroma a canela y clavos, verlos felices completando sus sueños.    Siempre elegantes y ejemplares.

Ya no están.  Se fueron hace tiempo... quiero recordarlos siempre, con ternura, con amor, sin dejar de sentir que ellos viven en un hermoso Palacio en el Cielo y que tienen siempre la puerta abierta, la mesa puesta, los brazos extendidos para abrazarnos y calmar nuestra sed, para consolar nuestro llanto,  para renovar nuestras vidas, para que los recuerdos alimenten nuestras almas, nuestros cuerpos, para que sigamos sus vidas ejemplares...

Hoy he empezado Abril con el recuerdo de mi gente querida,  he orado, he agradecido, me he sentido previlegiada en el silencio de mi alcoba, no he podido contener mi nostalgia aguda, mi tristeza infinita porque me hacen todos tanta falta, mi madre, mi abuelita, mis tias Gatas, mis amigas de la infancia, mi papi a quien no veo hace tiempo, mi gente de Lima, mi gente querida, tantas personas que quisiera abrazar, con las que quisiera volver a reunirne.   Dios te lo pido tanto.

Y no he podido contener el llanto.  He tratado pero estoy muy conmocionada.  Sóla en mi soledad, en mi teclado, he llorado y sigo llorando, en mi catarsis, en mi escritura, con el alma apretada, con mi cuerpo enfermo, con mi eterno agradecimiento y mi amor que sigue a la deriva, creciendo. 

Quiero que sepan todos que los extraño, que muchas veces es duro vivir sin ellos, sin ustedes, pero me consuela saber que ellos son vecinos de Dios y que todos tienen lindas moradas y nos cuidan y nos protegen.

Con todo mi amor para toda mi gente que se me adelantaron... 

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