Notas mentales

Hace tiempo tuve una libreta. La verdad tengo muchas.  Desde siempre he sido compradora de libros, cuadernos, libretas.  De hacer anotaciones, apuntes, poemas, de organizar mis pensamientos, de escribir lo que siento.  Pero a veces, muchas veces las notas se quedan jugando en los caminos de mi mente.  De mi mente que nunca se calla, que nunca se cansa, que nunca descansa.

Hoy empieza otro mes, han sido muchos meses duros, muchas noches en que el dolor no me deja tranquila.  No es dolor imaginario, es indescriptible, es invisible para muchos, es mi dolor, mi cuerpo, mi alma rota, mi mente confundida, abrumada de tantas experiencias, de cargar por tantos siglos con el peso del sufrimiento de tantas almas. 

Siento que mis dedos se desangran, que escriben en mi mente repleta de recuerdos y de momentos que no logro olvidar, intentando decirte a ti querido lector todo aquello que mis manos y mis labios se empeñan en callar.  No quiero ver mis ojos. No quiero ver mi rostro cansado, mis ojeras profundas, el desgano, los mareos, el cansancio de haber llorado lagos, de haber llenado mares cada vez que recuerdo que estuve presente, que tuve una vida funcional, que era activa, que pude parir hijos, ser madre, ser abuela, que pude ser una mujer trabajadora, creativa y productiva, que no siempre estuve estacionada ni enferma, que todo fue real, que no es una vida imaginaria, que alguna vez tuve la dicha de sentirme por ratitos amada, apreciada, valorada. Tuve una vida.  

Más allí arriba está, desgranando cada sentimiento, cada momento, cada carcajada, cada insulto, cada grito, cada cachetada, usando palabras para herir, para romper, para anular lo bueno que puede salir de uno, cuando las personas saben sacarte el lado de la luz.  Sigo sangrando.  La cicatriz sigue abierta. Mi mente pinta la vereda con tizas de colores. Pinta flores, dibuja caminos llenos de prados verdes y de calas blancas. ¿Acaso importan los dolores de cabeza? Los tengo casi 24 horas, acaso nunca van a dejar de taladrar en mi nuca, en mi frente, en el dolor de cada partecita de mi inmenso cuerpo.  Así será siempre ahora y solo toca resignarme, el tiempo sigue pasando, sigo esperando con paciencia, sigo orando para poder dormir por ratitos, porque el dolor te despierta, sigo tratando de que todo fluya, darles la bienvenida a todos con la mejor de mis sonrisas, aunque siento que mejor debo quedarme callada, ofrecerles una copa de vino, si aceptan. Hablar de temas triviales. De cosas sin sentido.  

Al dolor lo dejo en su escondite, aunque siempre encuentra el modo de zafarse, de volver a encontrarme.  Tengo una libreta nueva para empezar mis anotaciones, tengo varios rompezabezas para armar, tengo ganas de seguir sintiendo ganas de vivir.  Quiero dejar de sentir, pero el amor que siento es infinito, es un amor de mujer, un amor de madre, de hija, de nieta, de abuela, de esposa, de amante, de amiga, de ciudadana, de ser viviente.  Quiero nadar y llegar a la orilla.  Ya habrá tiempo de ahogar mi dolor y mis malos recuerdos,  cuando ellos vuelvan  a visitarme los voy a esperar disfrazada, no me van a reconocer.  Santo remedio.   

Comments